En un tiempo pasado
que sólo el viento tiene en su memoria,
nació una niña en el mundo,
y como Naya se le recuerda.
Era una niña muy hermosa
de largas piernas y esbelto cuerpo,
con finos brazos
y de corazón, un cielo.
Tenía un extraño cabello,
nacían flores y ramas,
las avispas y demás insectos
sus dorados hilos trenzaban.
Era inquietante y extraño,
pero a la vez hermoso y bello,
¿ Acaso no puede la tierra
besar en el horizonte el cielo ?.
Con sus pies pequeños y desnudos
por las ignotas tierras paseaba,
y el baldío paraje tras sus pasos
convertido en flores se quedaba.
conoció a una rosa oscura.
Fino tallo de espinas
y dos hojas, formaban su figura.
- ¡ Niña, qué preciosa
y qué bonita eres!.
- ¡ Gracias rosa !, exclamó Naya.
- Acércate si quieres.
Se acercó a la rosa
sin saber lo que el destino deparaba.
¿ Acaso a veces no nos encaminamos
hacia lugares donde la luz no alcanza ?.
Mas de pronto,
de rojo la sangre su cuello tiñó,
espinas le atravesaban y ahogaban.
- Sonrie, guapa. No puedes, ¿ no ?.
Cerró los ojos, exhaló un suspiro
y voló el alma.
Quedó su cuerpo tendido,
bajo las estrellas, en calma.
Yerto cuerpo
en la madrugada,
se convirtió en semillas
que el viento alzaba.
Yerto cuerpo
en la madrugada,
se convirtió en semillas
que el viento alzaba.
Volaron por la tierra
y más allá de los mares,
las cimas de las montañas
y los profundos valles.
Nacieron así los bosques,
hogar de gnomos y hadas,
espíritus sin nombre,
en nuestra madre Gaia.